El proyecto de ley que plantea la renovación automática de licencia de conducir (18089-15) se suma a una seguidilla de acciones tendientes a evitar controles y generar inseguridad en la conducción tanto para quienes conducen vehículos de varias toneladas, como para quienes se desplazan a pie, en bicicleta u otros ciclos. No ha sido suficiente eliminar requisitos de escolaridad ni permitir disminuir la visibilidad con vidrios polarizados. Hoy este proyecto que desea la renovación automática por 3 años para quienes tengan una supuesta “buena conducta” pretende seguir dando regalías a conductores en base a una feble fiscalización.
1) Anualmente alrededor de 2.000 familias y vínculos se rompen a causa de muertes por siniestros viales en Chile. Todo el marco legal asociado a esto, no ha logrado “generar los incentivos” suficientes para evitarlo.
Dimensionemos que no es el mundo de Bilz y Pap.
2) A diferencia de los diputados firmantes del proyecto, los controles a conductores no nos parecen un “exceso de burocracia”, algo “engorroso” o innecesario. Si previeron que municipios necesitarían de apoyo, pudieron resolverlo vía Ley de Presupuesto, su Ley, no así.
3) Actualmente se realiza un examen presencial de evaluación psicotécnica que dejaría de realizarse según el deseo de los Honorables Diputados en base a un supuesto criterio de “buena conducta”.
4) Como la fiscalización en terreno -base para evaluar la “buena conducta”- es aleatoria, la mayor probabilidad es, incluso hoy, no haber sido fiscalizado nunca, generando así una renovación automática masiva.
5) La carga social y responsabilidad de su genial idea deberá ser asumida por Carabineros, quienes deberán multiplicar sus esfuerzos de fiscalización para intentar cubrir la mayor cantidad de casos, a falta de los controles mínimos que desean eliminar los diputados.
6) Lejos de premiar a quienes lo hacen bien, se meterá en la misma bolsa a quienes lo hacen pésimo, evitando -una vez más- controles para su posible detección.
7) Orientar esta medida a conductores no profesionales, con licencias B y C, hará que quienes ya tienen menos controles, tengan aún menos controles.
8) En caso de siniestros viales, se incentiva el llegar a acuerdos “a la buena”, para evitar llamar a la autoridad en caso de siniestros a fin de no manchar los impecables reportes de “buena conducta”.
9) Quien sepa algo de Calidad, sabrá que se requieren controles y evaluaciones frecuentes e intencionados para lograrla. Lejos de “mejorar la calidad del tránsito vial”, la eliminación de controles aleja de esa supuesta calidad que suponemos se busca.
10) Antes de quitar controles como plantea el proyecto, deberían incrementarse evaluaciones incluyendo test psicológicos y tests de drogas legales e ilegales y de salud.
11) Mientras no se sume la Seguridad Vial a la discusión pública acerca de “Seguridad”, sugerimos acotar al concepto como “(anti) delincuencia” para lograr mayor precisión en el debate público.
Nunca serán suficientes los controles para evitar siniestros viales. Finalmente, el mayor control es personal, ético y de conciencia, que cada conductor debe realizar mientras conduce.
Si quieren generar incentivos, promuevan la eliminación inmediata de licencias de conducir, cadena perpetua ante muertes en las vías y sancionar duramente todas las acciones con secuelas intermedias. Precisamente lo opuesto al regalo que pretenden dar los diputados firmantes, que son también conductores, con hasta 3 vehículos por cabeza. En esta publicación usamos el mismo color que usa la SIAT en sus procedimientos, para recordar que las decisiones públicas también pueden contribuir a causar muertes.